8 jun 2008

Aviones, zoo, aires lavados y tianguis

El primer avión al que me subí fue el que nos llevó a la Cd. de México en 1985, justo un mes antes del terremoto. No recuerdo mucho de ese viaje, salvo de la casa del tío Chueco y el estreno de Katy la Oruga. Fue un buen viaje, pero no lo recuerdo muy bien.
El segundo avión al que me subí fue el que nos llevó a mi abuela y a mí a Monterrey. Estaba en primero de secundaria y después de una hepatitis y una crisis de alergia, mis papás decidieron que era tiempo de que descansara. Años después fui a vivir a esa ciudad para ir a la universidad, pero son dos lugares muy diferentes. El que yo recuerdo de cuando tenía 12 años era gmrande, enorme. Tenía parques, zoológicos y plazas muy grandes. También había muchos museos y había muchos lugares para oir música. Todo eso siguió siete años después, pero ni los museos, ni los zoológicos, ni las plazas me importaban mucho. Lo que hacía era un calor insoportable.
La memoria es selectiva y más que nada sensorial. En el primer viaje lo que me asombraba era poder estar en lugares donde hubieran animales, pasto y no terminar en estornudos y con los ojos rojos. En el segundo viaje lo que me impresionó fue el no tener aire acondicionado: bienvenida al maravilloso aire lavado.
Después del 85 regresé a la Cd. de México por accidente. Un grupo de alumnos había viajado a Acapulco para una competencia y de regreso al D.F. la aerolínea no tenía confirmados nuestros pasajes. Un maestro, un compañero y yo tuvimos que quedarnos un día más. No sé por qué, pero todo estuvo bien extraño. Sé que dormí en casa de un tío, pero no sé como llegué allá. Se que estuve en un tiangüis, pero no sé ni quien me llevó, creo que fui con mi compañero y el maestro. Lo que sí recuerdo es que comimos en una fonda/restaurante y que me sentía la mujer más alta del mundo.
En fin, el texto no tiene ni pies ni cabezas, pero como aquí le dicen, es un ejercicio de la memoria mientras para de llover y finalmente puedo salir del café, armar un librero y darle de comer a Laureano.

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